sábado, 27 de agosto de 2011

FRENÉTICA BÚSQUEDA DE LA CONCEPCIÓN DE FELICIDAD

Alejandra Rincón Martínez

Para muchos pensadores, la vida está basada en el pensamiento de que ésta debe obedecer siempre el hecho de la felicidad, y que es lo que el hombre desea como meta máxima y, sin duda, va orientada al hecho de la fácil adaptación que tiene el individuo en ciertos aspectos de su existencia, a su vez, en muchas ocasiones está basada en el altruismo, y otras se refieren a la capacidad que se tiene para ignorar el medio ajeno al sujeto, como lo refiere la siguiente cita textual, “La auténtica felicidad siempre es independiente de las circunstancias externas. Practica la indiferencia para con las circunstancias externas” (Epicteto de Frigia)
Sin embargo, en la novela el túnel de Ernesto Sabato, encontramos a un personaje con profunda ecuanimidad, nos damos cuenta de que él no es feliz, tiende a desvirtuarse en el momento en el que llega a sentirse eufórico o conforme con lo que le acontece, analiza y razona excesivamente las acciones y juicios de otros, también desvirtúa a sus semejantes por rasgos que a él le parecen oprobiosos;  “Me pasaba algo muy extraño: miraba con simpatía a todo el mundo. […] uno de mis peores defectos: siempre he mirado con antipatía y hasta con asco a la gente, sobre todo a la gente amontonada, […] Algunos hombres, algunas mujeres aisladas me fueron muy queridos, por otros sentí admiración […], por otros tuve verdadera simpatía; por los chicos siempre tuve ternura y compasión […] pero en general la humanidad me pareció siempre detestable […] Esa noche, pues, mi desprecio por la humanidad parecía abolido o, por lo menos, transitoriamente ausente.” (Ernesto Sabato, 1948)
Lo anterior nos lleva a preguntarnos, que si en el momento en el que Sabato hace mención por medio de su personaje principal de la profunda repulsión hacia sus semejantes en realidad se está abriendo ante nuestros ojos la posibilidad de la verdadera y recóndita soledad que tienen aquellas personas que están en busca de  una perfección aparente, si, su razón para buscar la perfección no es otra más que el profundo sentimiento de incomprensión en sus interiores.
Lo antes postulado puede estar cimentado en la intolerancia inherente en el humano hacia lo que se siente que es ajeno a él mismo, sus creencias o  aspecto. El ser humano juzga por naturaleza, de este modo, tiende a ser intolerante en muchas ocasiones con sus semejantes, lo que para el criticado acarrea sin fin de problemas psicológicos.
La sociedad actual es incompetente e incoherente, se tiende a aplastar lo que no se conoce, a resaltar los defectos en los demás olvidando los propios, de este modo, nos hacemos ajenos a lo que pasa dentro de los demás, lo que nos lleva a una pregunta muy importante: ¿Hacernos ajenos a las cosas que suceden a nuestro alrededor, nos hace verdaderamente felices, tal como lo exponen tantos pensadores? no será precisamente ese hecho el que genera una sociedad tan incompetente, un verdadero atraso como colectividad:  “El gran secreto de ser feliz es ser inocente”. (Focílides), esa “libertad de culpa”, la cuestión de  insensatez para formar juicio y tacto para hablar u obrar, ¿es el camino resuelto a la felicidad? Alejarse completamente de las necesidades de tu prójimo para evitar perturbar las propias, es una noción bastante egoísta, pero, en muchas ocasiones, y para muchos entornos y contextos, a cierto grupo le brinda una anhelada calma y satisfacción, mientras que para otros, es indecible el hecho de cavilar siquiera en poder dejar de pensar un instante en sus semejantes.

De igual modo, ¿hasta qué punto se debe ser altruista? ¿Es necesario privarse de los bienes propios para dárselos al prójimo aún a costa nuestra? ¿Acaso así se alcanza la felicidad?  “La felicidad se alcanza desde el sacrificio”. (Juan Pablo II), según la cita anterior es enteramente necesario sufrir para llegar a ser feliz, entonces, basados en esto, podríamos deducir que en el mundo nadie sería concretamente pleno, dado que en el momento que se exalta el sufrimiento como meta máxima, la plétora que en ocasiones produce tranquilidad, pasaría a segundo plano, y, para muchos la tranquilidad, plenitud y armonía pasan a ser los cimientes de la felicidad.
Por ende, son preguntas frecuentes en todo ser humano: ¿cómo encontrar ese camino a la felicidad en nuestra vida?, o en realidad, ¿todos buscamos una felicidad igual? ¿Todos aspiramos a ser felices?
“Se necesita muy poco para tener una vida feliz. Todo está dentro de ti mismo, en tu manera de pensar”. (Marco Aurelio), este pensador ofrece sin duda una de las respuestas a la felicidad más curiosas, radicando en su aparente simplicidad, pero, en realidad, es un apostura hondamente complicada, que saca a relucir aún más interrogantes, como: ¿dónde encontrar esa felicidad dentro de de sí?, ¿alguna vez se hallará? Y una más extrema, ¿si no se es feliz es enteramente culpa del individuo, por no saber buscar dentro de su ser?, esta última acarrearía una seria de desajustes emocionales para la persona en cuestión, lo que lo haría más desdichado que antes de que empezara esta búsqueda interna.
Realmente una ponencia sumamente curiosa, la que Sabato nos plantea: ¿ser ecuánime hace que seamos felices en función de que al no tener fluctuaciones de ánimo evitamos ser dañados?; cabe destacar que, al ser las emociones propias de todo ser humano, suspenderlas acarrearía problemas por el grado antinatural de interponerse en las funciones del organismo, entonces, la entelequia de la felicidad podríase volver la ecuanimidad. 
Muchas veces se toma a la felicidad como algo prescindible en la existencia del ser humano “La felicidad es no necesitarla” (Lucio Anneo Séneca),  por tanto, las ponencias sobra la filosofía de la felicidad son en extremo fluctuantes.
Entonces, como se ha planteado, las bases de la felicidad van variando conforme las filosofías de cada individuo, en una opinión más personal concordaría profundamente con Françoise Sagan quien dice: “La felicidad para mí consiste en gozar de buena salud, en dormir sin miedo y despertarme sin angustia” (Françoise Sagan), aquí se habla de la tranquilidad que te brinda estar en armonía con lo que se tiene, se trata de ser completamente coherente con lo que se dice, piensa y hace.
“¡Cuántas veces esta maldita división de mi consciencia ha sido la culpable de hechos atroces! Mientras una parte me lleva a tomar una hermosa actitud, la otra denuncia el fraude, la hipocresía y la falsa generosidad; mientras una me lleva a insultar a un ser humano, la otra se conduele de él y me acusa a mí mismo de lo que denuncio en los otros; mientras me hace ver la belleza del mundo, la otra me señala su fealdad y la ridiculez de todo pensamiento de felicidad” (Sabato, 1948)
Con lo anterior, Sabato expone a un personaje enteramente incoherente, quien no encuentra un equilibrio en su persona, ni cuenta con la armonía básica de lo que se dice, piensa y hace, una de las bases fundamentales para la tranquilidad, y por tanto la felicidad que plantean muchos autores, donde el hecho de contar con paz, sosiego y serenidad interna es la cúspide de la concepción de la felicidad.
También, en un concepto un poco más idealizado hay que mencionar que la felicidad puede encontrarse en cualquier lugar, solamente hay que tratar de no pensar siquiera en lo que se está haciendo o a dónde se llagará sino que es prudente que esta tranquilidad llegue a formar parte activa de cada individuo.
De manera que es importante para el hombre saber adaptarse a los cambios que se le presenten en la vida, parte de esto en aplicación de encontrarse satisfecho en cualquier estado en el que se encuentre.
Toda acción del hombre debe estar apoyada en el respeto como parte indispensable en cada paso de su existencia, asimismo se debe culminar sobre el hecho de que no se puede levantar la felicidad a costa de sufrimiento de otro ser vivo.
Así que en base a lo anterior puede proyectarse un sentimiento profundo de convicción, de respeto y consciencia sobre uno mismo.
“Cada uno de nosotros está en la tierra para descubrir su propio camino, y jamás seremos felices si seguimos el de otro”. (James van Praagh)
            Debemos instruir nuestros propios fundamentos de felicidad, la manera en que consideraremos placentera nuestra estancia en la vida, siguiendo los criterios fundamentales para cada ser humano.


BIBLIOGRAFÍA
-       Pensamientos.org, consultado el 13 de septiembre de 2010 en el sitio web http://www.pensamientos.org/pensamientosfelicidad.htm
-       Sabato Ernesto, El túnel,2004, Edit. Seix  Barral, S.A, Barcelona, España, pp 49, 50
-       Pensamientos.org, consultado el 13 de septiembre de 2010 en el sitio web http://www.pensamientos.org/pensamientosfelicidad.htm
-       Pensamientos.org, consultado el 13 de septiembre de 2010 en el sitio web http://www.pensamientos.org/pensamientosfelicidad.htm
-       Pensamientos.org, consultado el 13 de septiembre de 2010 en el sitio web http://www.pensamientos.org/pensamientosfelicidad.htm
-       Pensamientos.org, consultado el 13 de septiembre de 2010 en el sitio web http://www.pensamientos.org/pensamientosfelicidad.htm
-       Pensamientos.org, consultado el 13 de septiembre de 2010 en el sitio web http://www.pensamientos.org/pensamientosfelicidad.htm
-       Pensamientos.org, consultado el 13 de septiembre de 2010 en el sitio web http://www.pensamientos.org/pensamientosfelicidad.htm
-       Sabato Ernesto, El túnel,2004, Edit. Seix  Barral, S.A, Barcelona, España, pp 88, 89


 

martes, 23 de agosto de 2011

32 RAZONES PARA LEER

Para vivir más
Para detener el tiempo
Para saber que estamos vivos
Para saber que no estamos solos
Para saber
Para aprender
Para aprender a pensar
Para descubrir el mundo
Para conocer otros mundos
Para conocer a los otros
Para conocernos a nosotros mismos
Para compartir un legado común
Para crear un mundo propio
Para reír
Para llorar
Para consolarnos
Para desterrar la melancolía
Para ser lo que no somos
Para no ser lo que somos
Para dudar
Para negar
Para afirmar
Para huir del ruido
Para combatir la fealdad
Para refugiarnos
Para evadirnos
Para imaginar
Para explorar
Para jugar
Para pasarlo bien
Para soñar
Para crecer

Victoria Fernandez
Directora de la revista CLI